martes, 5 de febrero de 2013
En ella, hay más belleza oculta que tantas otras que muestran en el
despliegue de llamativas y escandalosas frases e imágenes. Su arranque
es extraño pero hace que él el espectador se introduzca en la historia,
pero con una naturalidad pasiva y digna de elogio, porque no podría
caber en la mente de nadie vivir una experiencia tan asombrosa como la
que nos cuenta "El curioso caso de Benjamin Button", pero hay tan pocos
adornos en ella, que uno no puede más que hundirse en disfrutar y
dejar que los sentimientos afloren. Disfrutar porque en su primera hora y
media están los minutos de cine más emocionantes que el espectador
haya podido degustar en mucho tiempo, porque se roza la excelencia de
esta historia con una facilidad frágil y hermosa, y los personajes
entran y salen de la pantalla con un mismo asombroso, el mismo con el
que les deposita Benjamin Button al abrir cada recoveco del corazón al
espectador con simples y extraordinarias cuestiones lanzadas casi sin
quererlo, que forman parte de una voz suave y pasiva casi imperceptible,
donde los detalles resultan necesarios, y cada uno de ellos nos muestra
una pequeña lección de la vida. Sobre la amistad, sobre el aprendizaje,
el amor, sobre la muerte...
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